Si "la primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira", como postula Jean-François Revel en su libro "El conocimiento inútil", ¿por qué no dar por sentados los rumores recurrentes sobre la necesidad del gobierno de los Estados Unidos de apuntalar a Felipe Calderón cuando asumió la presidencia de México, en diciembre de 2006, en vísperas de declarar la guerra contra el narcotráfico; los flirteos con el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva para persuadirlo de espiar a su par venezolano Hugo Chávez y de evitar a su par irané Mahmoud Ahmadinejad, o la inquietud por la salud mental de la presidenta argentina, Cristina Kirchner?